La obra se destaca dentro una categoría que el jurado desea especialmente
promover, la propiedad horizontal de media altura entre medianeras.
Al acierto en la selección de una reducida cantidad de materiales y elementos de arquitectura, se suma una cuidadosa ejecución, reveladora de un sólido ejercicio profesional.

Se destaca como, mediante una sucesión de operaciones inmobiliarias se logra, al sumar dos patios laterales, recomponer un patio central único. Estos medios patios que han permanecido separados desde la difusión de la Casa Chorizo, modelo emblemático de la vivienda argentina, finalmente se unifican.
La desmaterialización de una de las medianeras prolonga visuales desde el interior y permite a los vecinos, en caso de construir un volumen similar, compartir esta nueva espacialidad, paralela a la calle y al corazón de manzana.

Se trata, por lo tanto, de una obra, que colabora con la construcción del tejido urbano y que mediante un sintético lenguaje, reinterpreta una tipología característica de nuestra cultura, a la vez que genera nuevas conexiones espaciales dentro de la manzana tradicional.