En la obra premiada la arquitectura y la naturaleza se funden creando un paisaje único.
Esta simbiosis, producto de los elementos constitutivos de la capilla, como los son la re funcionalización de los ladrillos y la luz natural, crean al interior de la obra un espacio de silencio y observación. Cabe destacar el efecto que produce el ciclo diario de luz y sombras, en la conformación de la cruz, que mira hacia el poniente en la cúpula de la capilla.
Este volumen despojado, comprende tanto hacia el exterior y como hacia el interior, una emoción profunda, que pone de manifiesto toda la fuerza de su emplazamiento en la llanura pampeana, y a su vez la presencia del hombre creador.