El Museo se entendió como una pieza simbólico-cultural de la ciudad de Neuquén, e integra al Parque Central como extensión de edificio. Así, sus ingresos, actividades y acciones se extienden más allá de sus límites físicos, y sus circulaciones no solo son conectores peatonales al Museo sino que ampliándose en explanadas de uso, pueden albergar actividades públicas -música, teatro, ferias de arte y ciencias-. La estética se desarrolló considerando que el valor fundamental del Museo está én su contenido y sus actividades, y la expresión formal evita competir con ellas. Se conforman paños muraros que se extienden sobre el paisaje del parque, buscando al visitante en lugar de esperarlo.