Para este taller de restauración de arte colonial, en el edificio abandonado de la fábrica de corsets La Ninfa, de 1923, remodelado en 1943 con la incorporación de estructura de hormigón armado, la luz que ingresaba por la claraboya central generó la idea de perforarlo en el tramo frontal recortando las losas intermedias para iluminar totalmente el interior. El hueco resultante, de 15 m de altura, está contenido por una medianera y un plano virtual que rompe con la ortogonalidad del espacio, encarna la transición ente lo nuevo y lo viejo, limita en planta baja los accesos y en los demás niveles, oficinas y e hueco de escaleras. La contraposición entre las áreas de oficinas y taller se intensifica por el color: azul ultramar en oficinas, para continuar el cielo visto por la claraboya, y blanco en talleres, único permitido porque no influye en los colores de las obras a restaurar. Se buscó, además de una respuesta eficiente para la actividad a realizar, obtener un espíritu de modernidad sin recurrir a una anacrónica regresión al pasado o adoptar modas pasatistas.

Se entendió la actitud de potenciar las características esenciales tipológicas y formales de la estructura original, con un tratamiento respetuoso sin rasgos de retórica formal, adoptando un lenguaje contemporáneo y neutral, parco y coherente con el nuevo destino del edificio. Tratamiento que sirve de fondo al tecnológicamente avanzado equipamiento y a las pinturas coloniales, tema de la remodelación.